Magic Maze es un juego cooperativo en el que deberemos controlar un elfo, un mago, un enano y un guerrero, los cuales han sido despojados de todos sus bienes y necesitan hacerse con todos sus artículos mágicos.
Atención a tus movimientos para ayudar a que la misión salga bien y podáis escapar.
Se juega de forma simultánea y cada persona elige una carta de movimiento.
Se colocan unas losetas iniciales y cada persona moverá a los personajes según las habiliadades/movimientos que tenga indicado en su carta.
Cuando se quiere mover a un personaje, lo hará quien pueda mover en la dirección a la que se quiere ir, y otro jugador moverá después el mismo personaje u otro. Quien tenga la habilidad de colocar nueva loseta, lo hará cuando sea la ocasión.
Hay que coordinarse bien para intentar salir con todos los personajes del centro comercial, colocando todas o casi todas las losetas al azar.
Se gana si se consigue que todos los personajes salgan antes de que acabe el tiempo.
Magic Maze estaría dentro de lo que llamamos Escenario 2. Características: Cooperativo. Los errores penalizan a todo el equipo.
En este escenario podemos fortalecer la cohesión, en pautas generales, pero cabe observar y acompañar las posibles dificultades en la aceptación del error ajeno. Por simplificar (a riesgo de equivocarse), podríamos decir que quien tiene dificultades en este escenario, posiblemente tenga problemas en el trabajo en equipo (trabajos grupales, juegos deportivos, etc.).
Hay algunos elementos en este juego que nos parecen ligeramente sensibles. Si bien este escenario es relativamente seguro (sin competitividad, con objetivos comunes…), el elemento del reloj de arena introduce una urgencia que sí puede ser difícil de gestionar para algunos participantes. Nuestro cometido como acompañantes de la actividad es precisamente observar, evaluar y acompañar, así que tener esta dificultad en un juego “ligero” nos permite evaluar este factor sin demasiado ruido de fondo. Si este elemento está en un juego competitivo, por ejemplo, puede ser complejo identificar qué es lo que detona los conflictos o dificultades.
También es interesante el hecho de que se juegue en un espacio relativamente reducido y con un contacto físico y posible invasión del espacio personal importantes, según la sensibilidad de cada cual.
Cabe esperar que aparezcan roles pasivos y roles dominantes o directivos. Esto es muy potente en la evaluación de los roles dentro del grupo.
El que las instrucciones sean relativamente sencillas y modulares permite acompañar el aprendizaje de lectura e interpretación de reglas. Se les puede explicar el juego hasta el primer escenario y apoyar la comprensión de los pequeños módulos adicionales. Podemos evaluar la habilidad lectora y la comprensión de textos. También solemos colocar las instrucciones en el centro de la mesa y observar detalles como quién toma las instrucciones y se ofrece a leerlas al resto.
La motricidad también puede ser evaluable en cierta medida: gestión y colocación de losetas y movimiento de peones.
Magic Maze se ha ido utilizando con niños y niñas en diferentes niveles de su desarrollo socioemocional. Por ejemplo, lo han jugado niños y niñas de entre 7 y 12 años y con grupos de 3 a 8 integrantes. En este sentido, como cabe esperar, las dinámicas han sido diversas.
Si bien es un juego que permite muchas variantes y posibilidades en términos de jugabilidad, opciones de exploración a través de losetas, simultaneidad, cambio de opciones de movimiento posibles para el jugador, etc., puede resultar complicado para jugadores que desconozcan el juego. Esto puede llegar al punto de causar la pausa e incluso el dejar el juego con antelación, como, por ejemplo, al echar tres o cuatro partidas. Esto, dentro de nuestras experiencias, puede tener que ver con la figura del reloj de arena, el cual parece un foco de presión para jugadores inexpertos y para perfiles concretos.
En relación con las partidas, hemos visto que los grupos sin mucha experiencia suelen comenzar con intentos descoordinados entre los jugadores, es decir, todos a la vez queriendo mover un héroe, dejando otros en su sitio, momentos de parálisis sin saber qué hacer, frustración, insistencia entre los miembros del grupo para que se hagan los movimientos, etc. Sin embargo, estas primeras fases, una vez se suceden los intentos, van dejando paso a movimientos ordenados, coordinados, respetuosos en cuanto a espacio físico y dirigidos a un fin común. De hecho, niños y niñas suelen darse cuenta de este paso una vez han superado las partidas iniciales y que pueden resultar confusas.
Puede generar conflictos con su peón rojo (el de pedir acción). Representa con bastante claridad la idea de presión social. Nos permite observar la susceptibilidad individual a esta tensión, a la falta de conformidad con la expectativa ajena.
Una situación que ha ocurrido en una de nuestras partidas es que uno de los integrantes, en un momento dado, decidió ir en contra del objetivo común del grupo, y dejar de hacer su movimiento para avanzar, lo que produjo el rechazo de sus compañeros y compañeras. Esto nos permitió comprender algunas de las características de este niño. Era un niño que necesitaba control y atención. Hijo de padres separados. Esta primera valoración se confirmó posteriormente en otros contextos, como conversaciones con familiares o el campamento de verano en el que participamos.
Magic Maze también sirvió de catalizador para las características personales de un niño con dificultades de comunicación, mutismo selectivo y sin comunicador, añadiendo un punto integrador e inclusivo muy importante y sirviendo para igualar a todos los jugadores.
Muchas veces, nos visitan niños y niñas neurodivergentes. Para nosotros, lo importante es centrarnos en la adaptabilidad de cada juego y las posibilidades que ofrecen para la inclusión y la mejora de la autoestima en función de los escenarios de nuestra taxonomía. En este caso, tuvimos a un niño que presentaba una serie de características comunicativas, con mutismo selectivo, sin comunicador y con unas ganas enormes de pertenecer a su grupo de iguales. Este niño ya llevaba un tiempo con nosotros y conocía a varios integrantes del grupo de Magic Maze. Sin embargo, nunca lo había jugado. Al sumarse al grupo, le instamos a que observara una partida, tras la cual le explicamos las dinámicas de juego y las reglas. Comenzó titubeante, sin saber muy bien qué héroe mover y hacia dónde. En su carta de acción tenía la posibilidad de utilizar los vórtices, a los cuales se acostumbró pronto gracias a la ayuda de sus compañeros. Sin embargo, a la hora de moverse por el centro comercial, todavía se le notaba tímido y con muchas dudas. Al ser un juego mudo durante el tiempo de exploración, este juego resultó muy útil para este niño, puesto que no necesitaba interactuar verbalmente para seguir el objetivo del juego, sino que su comunicación era directamente cada movimiento qué hacía, contando con que sus compañeros también sabían qué estaban haciendo ellos. El resultado fue que poco a poco iban mejorando y siendo más coordinados. Lo que ocurrió es que, una vez terminada la partida, este niño mostró su satisfacción y deseo por continuar otro día.
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